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Los pros y los contras de castigar

Observaremos los pros y los contras del uso del castigo como herramienta educativa. Educar es difícil y recurrir a los castigos te tienta, de hecho no tienen del todo mala prensa. Vamos a ver qué estilo va más contigo.

El castigo está entre las técnicas de adiestramiento favoritas de la humanidad.

En realidad, el castigo no trata de enseñar nada que no sepa hacer el niño o sí, y por eso lo ha hecho mal, se trata de hacerle pasar un mal rato de mayor o menor magnitud a quien no ha cumplido unas normas o unas expectativas.

Muchísimos padres no pretenden renunciar al él, aunque no les encante, cuando se ponen cocodrilo, no se les ocurre otra cosa.

El castigo puede oscilar entre mandar al cuarto un tiempo al hijo, o quitarle el móvil, o humillarlo sin contemplaciones o darles un sermón que ni el de la montaña.

No castigar entonces, para muchos padres es sinónimo de no hacer nada.

Claro, con esta comparativa en sus cabezas, es normal que no quieran renunciar. Además anda otro pensamiento operando por ahí «si no castigo, ¿se sale con la suya?» ejem… ya estamos entonces entrando en lucha. Hay lucha si hay enemigos o contrincantes.

Retomemos pues: cuando un hijo nuestro nos ofende con su conducta, que consideramos absolutamente inapropiada o desagradable, nos nace dominar la situación y empujarlo a que eso no vuelva a repetirse. El castigo, suele ser la técnica ganadora, bueno, ahí compite con la amenaza (de que le va a caer un castigo, obviously).

El castigo lo que busca es la idea de que lo que te va a venir detrás de haber metido la pata es mucho más desagradable que repetirlo de nuevo, vamos, que lo que queremos es hacer daño y que no se le vuelva a ocurrir hacer aquello.

Vamos a desgranar un poco los pros y los contra de castigar para que podamos entender por qué tiene tanto predicamento.

Los pros de castigar:

  • Tienen un buen resultado a cortoplazo.
  • Sientes como padre o madre que controlas la situación.
  • Crees ser consecuente con los límites.

Los contras de castigar:

  • Van perdiendo eficacia si se usan con frecuencia.
  • A largo plazo generan en los hijos…
    • Resentimiento: ay que ver mi padre, lo mal que me trata, qué injusto…
    • Retraimiento: mejor no hago nada porque verás tú la que me cae.
    • Rebelión: esta no se entera que yo voy a seguir haciendo lo que me da la gana.
    • Revancha: a mí no me vuelve a dejar mi madre sin móvil, se va a enterar…

¿Qué dice el castigo a quien lo recibe? «has hecho algo mal, has decepcionado, mereces que te ocurra algo malo…» parece algo fuerte, no? pues me encuentro con muchos niños y adultos que tienen ese lenguaje interno, no les hace ni falta el castigo.

De hecho me encuentro con muchos niños que, equivocarse les duele tanto que les gustaría un castigo para mitigar su dolor, que algo de fuera venga y ponga la cuenta a cero.

¿Por qué será que nos acordamos de los castigos que recibimos cuando éramos niños? que esos recuerdos estén aún vívidos en nuestra mente tiene que ver con el cerebro mamífero y reptil, con las emociones y con la necesidad de pertenecer al grupo.

Te portas mal, alguien de tu entorno, generalmente un cuidador, te echa una regañuza o te castiga, y tu cerebro lo vive como si te apartaran del grupo y durante un tiempo vivieras rechazado, eso te conectó con el peligro y la falta de protección. Cuando lo vives una vez lo recuerdas bien, no lo olvidas para que no se repita la sensación desagradable. Además te genera el acceso directo con dos emociones/sentimientos más sociales, la culpa y la vergüenza.

La culpa y la vergüenza tienen su función pero son complicadas de vivirlas cuando se instalan ahí, como la vocecita interior. Cuidado entonces con abusar de ellas.

¿Los castigos entonces generan buenos comportamientos? Pues en parte sí, por evitar problemas, por la expectativa de miedo.

-Pero, ¿qué malo tiene un poco de miedo? nosotros hemos tenido los castigos muy presentes y como adultos estamos bien, no pasa nada- me dicen algunos padres.

¿Si? de verdad que no tenemos ninguna dificultad para poner nuestros límites en el trabajo por temor a no sé el qué, o no nos sentimos terriblemente avergonzados cuando nos equivocamos? puede que esto sea la consecuencia de esa educación basada en el temor.

Los niños necesitan sentirse seguros con nosotros porque realmente son vulnerables como cualquier cría de mamífero.

-¿Eso significa que no nos vamos a enfadar con ellos?- me replican algunas madres cocodrilas agobiándose con esta perspectiva un montón.

Pues claro que nos enfadaremos con nuestros hijos, si somos honestos con ellos, cuando nos enfaden lo que han hecho podemos decírselo y mostrárselo pero con límites. El límite será no querer hacerles daño, sólo anunciar que no te ha gustado ni una chispa lo que han hecho. Luego, con el cocodrilo más tranquilo, se pensarán las soluciones.

-¿pero entonces lo dejo sin consecuencia?- Me dice Mari Carmen casi ofendida.

Sin consecuencia… bueno, ¿la consecuencia qué es? ¿fastidiarlo a él?. Entonces sí.

Si la consecuencia es conseguir que aprendan la forma correcta de proceder, entonces puedes buscarla, claro.

También la consecuencia ha sido que te enfades y no tengas ganas de estar con él un rato hasta que se te pase de momento.

Cuidado con convertir nuestros enfados en un chantaje emocional. y digo cuidado porque antes de lo que te esperas te estarán haciendo ellos, con gran maestría, el chantaje a tí, o verás cómo se lo hacen a sus amigos. Gracias pero no, ¿simplificamos un poco?

Los pros de no castigar:

  • A largo plazo aprenden que los errores no son el fin del mundo.
  • Comprenden que no son perfectos y que hay margen de mejora.
  • Pueden verte enfadada sin sentirse en peligro.
  • Eligen formas de solucionar los errores.

Los contras de no castigar:

  • A veces los niños no se aguantan con el malestar de haber metido la pata y preferirían que los castigase alguien (esto no es necesariamente algo negativo pues es una buena oportunidad para aprender que el malestar también pasa o que necesitan ayuda para eso y la pueden pedir).
  • Son los raros de su clase -«¿castigo, qué castigo?«-piensan extrañados cuando se habla de eso.
  • Los padres se agobian a veces al no castigar porque cuando la cosa va regular les entran dudas.
  • Requiere un autocontrol nivel experto por nuestra parte.

Cuidado con caer en el nihilismo paternal, que parezca que no pasa nada con nada.

La consecuencia primera que cualquier persona experimenta cuando hace algo desagradable o poco acertado es la reacción lógica de desacuerdo o desagrado por parte de los demás; eso es lo que se van a encontrar en la vida como mínimo.

¿Y tú lo quieres preparar para la vida, no? pues si te enfadas, te enfadas, si te agobias, te agobias, si te preocupas, te preocupas… sé natural, pero siempre con cuidado de no fomentar el exceso de culpa, vergüenza o miedo. Observa a otros padres, cómo lo hacen. Si sientes que te pasas de rosca, si crees que no llegas, busca un modelo y fíjate cómo se hace.

También, si necesitas ahondar un poco más en como conectar contigo misma o con tus hijos en esos momentos puedes contactar conmigo y te podré ayudar.

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