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Hoy toca estudiar, pero estudia bien ¿eh?

Quisiera mostraros una técnica de estudio que he encontrado reveladora. Es la evocación. No parece nada nuevo, pero la importancia es mayúscula si comprendemos que en un examen, lo que te piden es que recuerdes.

En este post te cuento cómo puedes introducir esta estrategia en casa o en clase. Te explico en qué consiste y cómo puedes llevarla a cabo.

¿Cuántas veces le has intentado echar un cable a tu hijo con ese examen? has visto esfuerzo por su parte. Esfuerzo desesperado. El día del control se va al colegio y te agarra un pellizco en el estómago porque sabes que lo lleva cogido con alfileres.

En el camino de ayudarle, tu hijo se ha llevado unas cuantas borderías por tu parte y tono desaprobador por la falta de planificación. Te sientes culposa porque sabes que eso no le estaba ayudando tampoco.

Bueno, lo hecho, hecho está. Ahora vamos a por las soluciones. ¿Nos centramos?

Lo que en los exámenes se les pide a los alumnos es que sean capaces de traer al presente, al papel, algo que no tienen delante. Se les pide que lo tengan en su memoria y que lo encuentren, que ya es hilar fino.

Hector Ruíz en su libro «Aprender a aprender» dedica un capítulo interesantísimo a desgranar las estrategias que sirven para conseguir evocar con mayor facilidad cada vez. Añade un factor clave: el olvido.

Empieza hoy mismo.

Trae a tu hijo al terreno de la información veraz. Cuéntale que el cerebro aprende practicando, y evocar es una habilidad que se entrena. No lo digo yo, lo demuestra la neurociencia. Los controles son una prueba de memoria para el cerebro.

Vas a entrenar esta habilidad y lo vas a hacer con interés y con curiosidad sincera en que tu hijo pruebe y vaya viendo cómo en cada evocación, nota un avance.

Que nuestro cerebro mejore su capacidad de evocar depende del esfuerzo que haga por recordar. El cerebro, después de un duro trabajo por recordar, sigue trabajando para dejar las cosas más a la mano.

Entonces, ¿cómo se traduce esto en el mensaje «hijo, hoy toca estudiar, pero estudiar bien, eh?» Sencillo, a repasar lo vamos a llamar EVOCAR, que es recordar todo lo que puedas de lo que tienes que aprender.

Puede que tu hijo llame a repasar al siguiente esquema: me lo leo, lo tapo, lo repito. Ejem, hay que descartar ya este proceso. No sirve igual. Sigue leyendo.

Lo primero sí es estudiar a la manera que conocemos: hacer un resumen, que explique cada párrafo con sus palabras, hacer esquemas… eso no se descarta, prepararemos así el terreno. Es la fase de descodificación. Se trata de que entienda lo que está estudiando.

Se deja pasar un buen rato, puede aprovechar para hacer otra cosa que no tenga nada que ver. Esto sirve para dejar al cerebro trabajando y que el olvido empiece a hacer de las suyas.

Lo siguiente será, después de ese tiempo, con el libro cerrado, evocar todo lo que recuerde. Cuando haya hecho esto, comprobará lo que no ha recordado y lo que sí. Aquello que no se le ha quedado tendrá que volverlo a estudiar.

En el libro «Aprender a aprender» se le da un lugar protagonista al olvido. Es el factor que procura que tengas que hacer ese esfuerzo extra por recordar. Luego el cerebro te colocará más a la mano la información.

Sí, Hector Ruiz, insiste en ponérselo difícil al cerebro dejando pasar un tiempo, en vez de reestudiar.

Eso que hemos hecho todos de leer una y otra vez lo que ya comprendes, te sirve para el cuarto de hora siguiente, pero no para saberte el tema más allá del examen.

Cuanto más evocamos, más fijamos esa información.

Se distribuye el esfuerzo entonces en ratos diferentes. La cuestión es que no se pasará estudiando tres horas seguidas el tema 2 de lengua, estudiará una hora, dejará que pase tiempo para la siguiente sesión y, empezará esa sesión de repaso evocando.

Recuerda, ahora al repaso lo llamarás evocación.

Así que debe pasar un tiempo hasta que lo vuelva a evocar.

La propuesta para una semana en la que el niño tenga 3 controles el viernes (inglés, lengua y matemáticas) puede ser la siguiente:

Desde varios días antes (por ejemplo el lunes) empezar el siguiente esquema:

Dia 1º de preparación:

1º Estudiar lengua (resumen, esquema, relacionar conceptos…)

2º Estudiar inglés (listas de palabras, gramática, comprensión lectora…)

3º Estudiar matemáticas (conceptos que tenga que saberse y tipos de problemas…)

Dia 2º de preparación:

4º Repasar/evocar cada asignatura. Debe anotar los puntos débiles, lo que no ha recordado bien o ha olvidado.

En mates y la gramática de inglés es preferible repetir los ejercicios directamente, pero ponerlos de forma aleatoria, y no en el orden en que los aprendió. Así el cerebro se esfuerza un poco más.

5º Afianzar lo que no recordaba bien, insistir un poco más en cada asignatura.

Dia 3º de preparación:

6º Volver a evocar todo lo que recuerde de cada asignatura, volver a ver cuáles conceptos o procedimientos le han costado trabajo aún.

7º Si hay algo que realmente no se le haya quedado, volver a estudiar, quizá usando otro reforzador para poder traerlo a la memoria. Siempre se recuerda mejor si se relaciona con algo que ya tenga.

Dia 4º

8º Evocar de nuevo. Ver qué flecos quedan, si quedan.

Pasado un rato.

9º Evocar de nuevo.

Se deja pasar otro tanto de tiempo, si puede ser, otro día.

10º Evocar, sin apenas fallos, por tercera vez.

Si se evoca sin fallos por tercera vez, habiendo dejado tiempo entre los repasos/evocación, ya se puede decir que lo tiene bastante bien aprendido.

Esta técnica la he probado yo misma. En mi opinión resulta menos estresante y exigente usar esta técnica porque no le he tenido que dedicar a un tema una tarde entera. He usado durante 4 días una hora y el resultado ha sido que, antes de lo que yo esperaba, me sabía perfectamente el tema.

Otro beneficio que le encuentro es que de ese tema, que me lo estudié hace 6 meses, me acuerdo aún bastante bien. Lo tengo aprendido.

Luego lo ha probado mi hijo pequeño. Lo que él hacía era darle un repasillo antes de decirme la lección. Esa técnica le servía de poco, porque así se queda en la superficie. Le aportaba una falsa seguridad, claro, pero no se traducía en resultados muy lucidos.

Después del control se le olvidaba todo, incluso se le olvidaba durante el control.

La propuesta ha sido: primero plantearle qué resultados quería obtener en las asignaturas del primer trimestre.

Él quiere sacar súper buenas notas, eso le gusta a cualquiera. Viendo los resultados del curso a anterior le propuse que si quería probar esta técnica con las dos asignaturas que más trabajo le costaba sacar.

Estuvo entusiasmado por probarlo, total, llevaba esas dos asignaturas muy agobiado siempre.

Bueno, pues desde el primer tema ha ido planificando así el estudio. Con tiempo y evocando.

El resultado del primer trimestre es que en esas asignaturas ha obtenido muy buena nota y las otras están como antes, bien, pero no tanto ya, si se comparan con las que ha preparado con esta técnica.

Mi hijo ha ido mejorando cada vez más y constándole menos recordar. Ahora está motivado por incorporar la evocación al resto de asignaturas.

Su sensación vuelve a ser similar a la mía. Emplea menos tiempo de esfuerzo y el resultado va mejorando en cada evocación.

El problema, dirás ahora, es la falta de tiempo. Para ese problema tambien se puede usar esta técnica.

Es el día antes y tu hijo, nervioso perdido ve que no ha planificado en absoluto y que el control es ya mañana. Vale.

Usa el tiempo que tienes pero con lo que ahora sabes.

Traducimos a una organización para la tarde antes. Nada de atracón.

Que empiece estudiando el punto 1 del tema, Luego el 2, el 3. Ahora debe dejar un espacio de tiempo (seguro que tiene algo más que hacer, no falla).

Luego vuelve al punto 1 evocando, el 2 y el 3, anota todo lo que no ha recordado y lo trabaja un poco más.

Deja pasar un rato. Vuelve a evocar el 1, el 2 y el 3. Comprueba los puntos flacos que le quedan, insiste sobre ellos. Se los estudia.

Deja pasar otro rato haciendo otra cosa… así hasta que los evoca más o menos bien 3 veces.

Tambien lo he probado y es mucho mejor que hacer la técnica «hasta que no me sé perfecto el punto 1 no paso al siguiente».

Es mejor por varias razones: se tiene más sensación de avance y menos de esfuerzo titánico. Una vez que confías en la técnica, consigues más seguridad en que tu cerebro te va a responder.

Nuestros hijos y nosotros mismos hemos invertido mucho tiempo en resumir, en hacer esquemas, que ya de por sí tenían su ciencia. Hemos echado horas memorizando a la manera tradicional y cuando pasa el tiempo, eso que te costó un esfuerzo enorme, no lo recuerdas.

Me gusta decir que me he equivocado mil veces con mis hijos, sobre todo con el mayor.

Obviamente estaba entrenando y me salió el cocodrilo más veces de las que yo quisiera.

Cuando la edad empezó a ser la de «hoy toca estudiar» yo quería transmitirle todos los consejos del mundo. Muchos de esos consejos estaban basados en técnicas de estudio obsoletas y creencias que me había formado por ensayo error.

Debo decir que sólo encontré un buen método de estudios cuando preparé las oposiciones, hasta entonces, iba como buenamente podía.

Imagino que como madre te pasa igual, pero si me lees y eres profe, tienes una idea más o menos hecha sobre lo que es «estudiar bien», tratas de inculcárselo a tus alumnos, pero en el colegio tampoco les enseñamos cómo entrenarse en evocar, por ejemplo. Estoy segura de que si les das esta información sobre el entrenamiento de la evocación a tus alumnos van a pensar al menos sobre ella.

Prueba a explicar la importancia de la evocación y el olvido con fundamento. Le puede traer a tu hijo o alumno un buen cambio.

Acompáñale un poquito en el proceso.

La cuestión es que con nuestras ideas prefijadas sobre cómo es «estudiar bien». Nos hemos lanzado a dar lecciones, a dar sermones, a tener discusiones. Hemos asumido como verdades lo que son creencias sobre lo que esperamos de un niño que estudia.

Más o menos puedo nombrar algunas: que se esté quieto, que sepa lo que tiene que hacer, que su escritorio esté ordenado. Por supuesto la motivación debe ser máxima y que no se vaya a conformar con sabérselo por encimilla. Qué menos que se le noten las ganas de aprender, ¿no?

A ver, paremos un momento ¿tú te acuerdas de cuando estudiabas?, ¿tanto te gustaba y motivaba?, ¿tú te sabías organizar?, ¿a ti no te pillaba el toro?

Si eras de los fiebrestudio, seguro que te motivaban los sobresalientes o hacer el papel de hija buena que no da problemas, o ser mejor que el de al lado, pero ¿todo, todo, todo te gustaba estudiarlo? Haz memoria. Recuperemos la capacidad de ponernos en sus zapatos.

Luego estamos los que no flipábamos con las tardes de estudio, la verdad, pero no queremos que nuestros hijos lo pasen mal, no queremos que repitan el modelo.

Ahora esperamos que los niños estén contentísimos y súper agradecidos de aprender cosas buenas para sus vidas.

Nos molesta su apatía. Pero esa molestia es nuestra.

Ellos aún no le han encontrado el gustillo a superarse a si mismos en esto.

Una cosa que pueden aprender ahora contigo, y lo que Hector Ruiz nos cuenta en su libro «Aprender a aprender», es la satisfacción de saber que puedes mejorar tus resultados.

Puedes ofrecerle probar sistemas nuevos.

Cuando sabes que puedes, estudiar es más bonito.

Te recomiendo la lectura de este libro «Aprender a aprender» de Hector Ruíz, esta dirigido a jóvenes estudiantes, las ilustraciones ayudan a su comprensión y sus estructura es sencilla.

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